Abanderado del mestizaje musical y la fusión de culturas, artista combativo y reivindicativo como pocos, Manu Chao hace ya tiempo que se puede permitir hacer siempre las cosas – pase lo que pase, sea lo que sea – a su manera.
Y desde hace unos años lo hace en directo de forma más básica, más simple, girando como La Ventura, junto a sus inseparables Gambeat y Garbancito – bajo y batería desde los tiempos ya lejanos de la Mano Negra – y el colosal Madjid a las guitarras. Un cuarteto que se basta y se sobra para poner patas arriba cualquier auditorio, pero que además suele contar con con el refuerzo de invitados ocasionales, como ayer en la plaza de toros de Getafe en el marco del festival que, un año más, organiza Cultura Inquieta.
La cita tuvo como trasfondo evidente el clamor contra la opresión que sufren los pueblos palestino y saharaui, en este caso – aunque cualquier concierto de Manu es un altavoz de los sin voz, a la vez que una fiesta de ritmo sin freno, revisando su cancionero y adaptándolo una y otra vez, del reggae a la rumba, del punk a la patchanka. Sus habituales consignas, convertidas ya en letanías, se repetían una y otra vez coreadas por miles de gargantas, en una comunión absoluta. Como colofón, la esperada presencia de Fermín Muguruza sobre el escenario (11 años después de la última vez que les vimos juntos en Madrid) levantó una vez más a la plaza entera tras más de dos horas de frenético baile.
Un feliz reencuentro de Manu – y lo que es aún más excepcional: de Fermín – con su público madrileño, celebrado como se merecía y que dejó con ganas de que haya pronto una próxima cita. Aquí os dejamos más imágenes del concierto en este álbum de fotos en flickr
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