Ciertos apelativos no se conceden a la ligera: si alguien es conocido universalmente como La Voz, está claro que no es algo gratuíto. Tiene que ser porque esa voz es algo realmente excepcional, totalmente fuera de lo común. Como la de Frank Sinatra.
Una voz cálida y profunda, reconocible entre mil, unida a un gran carisma y un sentido del espectáculo que le llevó a ser probablemente la primera estrella del show business. Y es que Sinatra no sólo triunfó como cantante, sino que también tuvo un gran éxito como actor (ganó incluso un Oscar, por su papel en De aquí a la eternidad – aunque él mismo pensaba que lo hubiera merecido más su nominación por la mágnífica interpretación en El hombre del brazo de oro). Por otra parte, siempre estuvo bastante involucrado en política y se convirtió en un próspero hombre de negocios, aunque no siempre se rodeó de las mejores compañías – en varias ocasiones tuvo que declarar ante los tribunales, no obstante salió airoso en todas ellas.
También fue grande su fama de juerguista y conquistador, en ambos casos más que justificada. Y ahí si eligió mejor con quien divertirse: se contaron entre sus amigos desde Humphrey Bogart o David Niven hasta Dean Martin, Sammy Davis Jr. y otros ilustres miembros del llamado Rat Pack; y entre sus (muchas) amantes, Lana Turner, Kim Novak, Marylin Monroe o Ava Gardner, por nombrar sólo a las más célebres y deseadas. Esta buena costumbre también la practicó como cantante, compartiendo estudio o escenario con tantos y tan diversos artistas como pudo – y cuanto más conocidos fuesen, mejor. Como simbólico testimonio de todas esas colaboraciones quedan los dos discos de duetos que editó en sus últimos años – mejores como muestra de su habilidad para hacer caja que como selección definitiva de sus mejores momentos musicales en compañía.
En cualquier caso, una personalidad cautivadora y un carácter ambicioso que le hicieron llegar a lo más alto, pasar por algunos infiernos y remontar siempre el vuelo, cómo no, a su manera.
Genial entrada!! Me ha gustado mucho. Un artista, tú y Sinatra.
Jajajaja… Buf, sólo la comparación ya me hace sonrojarme… pero se agradece enormemente, Paloma.
Pingback: Louis Armstrong, la cara amable del jazz: siempre la eterna sonrisa detrás de una trompeta | Oigo Fotos
Pingback: Whitney Houston, otro hermoso ángel caído | Oigo Fotos
Pingback: El retrato definitivo de Ray Charles, esbozado por Norman Seeff: unas gafas, un piano y una sonrisa | Oigo Fotos