Se han cumplido diez años ya desde que Antonio Vega nos dejó, y desde aquí hemos querido recordarle con uno de sus amigos de toda la vida: Manolo Uvi. Dos músicos que pudieran parecer casi antagónicos, ya que representaron en el Madrid de los 80 dos visiones musicales tan aparentemente distintas como el punk y el pop – aunque realmente no fueran tan diferentes…
Cuando, hace ahora diez años, yo empecé a escribir reseñas de conciertos, una de las primeras citas que apunté en mi agenda era con un artista que siempre había admirado, y al que me apetecía mucho ver en directo desde este nuevo prisma periodístico para luego comentar su actuación. Aquel artista era Antonio Vega, que tenía programados tres conciertos consecutivos a finales de mayo en la sala Clamores. Desgraciadamente , aquellos conciertos no se llevarían a cabo jamás porque Antonio falleció un par de semanas antes, y yo me quedé para siempre con las ganas de haber contado alguno de aquellos recitales, quizá de haber podido saludarle un momento y haber cruzado un par de palabras con él. Muchas fueron las veces que le vi tocar en vivo, algunas memorables y otras… No para olvidar pero sí para recordar con indulgencia. Nunca sabré con qué Antonio me hubiera encontrado esa primera vez que iba a plasmar mis impresiones sobre un recital suyo, pero en ningún caso podría haber sido demasiado duro con él, aunque me hubiese encontrado al peor Antonio (o aunque no hubiese llegado siquiera a presentarse en la sala, cosa que igualmente habría reseñado) hubiese tenido que ser sido generoso e indulgente, como él era.
Alguien que sí le conoció bien y disfrutó de su amistad durante mucho tiempo, desde los primeros 80, fue Manolo Uvi. Colega y hasta vecino de Antonio durante una buena temporada, siempre tuvo una conexión muy cercana con él, pese a pertenecer ambos a mundos musicales que podrían parecer opuestos. Una amistad de la que hay testimonios gráficos y escritos y que, cosas de la vida, acabó inesperadamente un 12 de mayo, día del cumpleaños de Manolo. Pocas cosas pueden destrozarte el día (el de tu cumpleaños o el que sea, lo mismo da) como la muerte de un amigo.
Hemos pedido a Manolo que recuerde aquella amistad que le unió a Antonio durante casi treinta años:
¿Cómo os conocisteis Antonio y tú?Conocí a Antonio en los primeros 80. Él ya tenía en la calle el primer disco de Nacha, y yo el EP de La UVI. Cada uno por su lado, discurríamos por Malasaña todos los días. Nos conocimos en el Malandro [un mítico bar, ya desaparecido, que estaba junto a la Plaza de San Ildefonso, en la misma acera que el inmortal Penta], una de esas noches que nunca tenían fin al amparo de las dexidrinas. En esa época fraguamos una buena amistad que se mantuvo para siempre.Pasado un tiempo coincidimos en unos apartamentos en Clara del Rey. Él vivía con Teresa, su mujer, en un piso en el ático y yo en otro apartamento en el mismo edificio. Entre su piso y el mío se juntaba la flor y nata del pop, el rock y el punk de Madrid. Fiestas continuas e interminables. La mayoría de los músicos pasaban por allí. Y mientras tanto, componiendo nuevos discos y canciones.¿Qué música os unía? ¿Qué artistas os molaban a los dos?La new wave inglesa tipo Elvis Costello, Squeeze… Incluso Sex Pistols o los GBH, los escuchábamos cada día después de comer. Nos reuníamos unos cuantos en casa antes de ir a ensayar, a descubrir nuevos grupos que sacaban discos en esas fechas y que yo conseguía de gente que venía de Londres.¿Y no coincidisteis en ningún escenario, ni os hacíais unos temas juntos alguna vez en casa o en el local?No, él me enseñaba temas nuevos suyos cuando los componía…¿Recuerdas cómo te pilló su muerte? ¿Cómo te enteraste, qué pasó por tu cabeza al recibir la noticia?Me enteré por Teresa, que sigue siendo amiga mía. Pues fue un mazazo, porque aunque Antonio siempre andaba en el alambre nunca imaginé – o no quería imaginar – que ya no volveríamos a tomar una cerveza juntos como de costumbre, a través de todas nuestras etapas.